¡A los niños hay que destrruirr, herrvirr sus huesos y su piel jrreírrl ¡Desmenuzadlos y trriturradiós, estrrugadlos y machacadlos! Con polvos maguicos dadles bombones, decidles «come» a los muy glotones. Llenadles bien de dulces prringosos y de pasteles empalagosos. Al día siguiente, tontos, tontuelas, irrán los niños a sus escuelas. Se pone rroga cual amapola una niñita: «¡Me sale cola!». Un niño pone carra de lelo Y grrita: «¡Auxilio, me sale pelo!». Y otrro berrea al poco rrato: «¡Tengo bigotes como de gato!». Un niño alto dice guimiendo: «¡Cielos, ¿qué pasa?, estoy encoguiendo!». Todos los niños y las niñitas en vez de brrasos tienen patitas, y de rrepente, en un instante, sólo hay rratones, ningún infante. En los coleguios sólo hay rratones corrreteando por los rrincones. Enloquecidos, los prrofesorres grritan: «...
Los fragmentos que encontramos en libros, las letras de nuestras canciones favoritas, los pensamientos de los grandes filósofos o simplemente el consejo de un buen amigo muchas veces parecen llegarnos en el momento exacto en que los necesitamos.