Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2013

Fragmentos de Tokyo Blues (Norwegian Wood) - Haruki Murakami

A decir verdad, en aquella época a mí me importaba muy poco el paisaje. Pensaba en mí, pensaba en la hermosa mujer que caminaba a mi lado, pensaba en ella y en mí, y luego volvía a pensar en mí. Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase, sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán todo volvía al mismo punto de partida: yo. *************************** «¡Arriba! ¡Comprende! », decía. Por eso ahora estoy escribiendo. Soy ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito. **************************** Como siempre me veían leyendo, los de la residencia pensaban que yo quería ser escritor, lo que jamás se me había ocurrido. A mí, en realidad, no se me había ocurrido ser nada. *************************** Al parecer, lo que yo necesitaba era esto: aire puro, un lugar tranquilo y apartado del mundo, una vida ordenada, ejercicio diario. ¡Es magnífico ser capaz de escribirle a alguien! Sentir que

Fragmentos de El Club de los Poetas Muertos (N. H. Kleinbaum)

—¿ No habrán esperado demasiado antes de llevar a cabo una fracción de aquello de lo que eran capaces? Al adular en exceso a la diosa todopoderosa del éxito social, ¿no habrán vendido baratos sus sueños de infancia? ¿En qué caminos trillados, en qué mezquindades quedaron empantanados sus ideales? La mayoría de ellos están hoy criando malvas. ==========   —Estamos comprometidos en una batalla, señores. ¿Qué digo, una batalla? ¡Es la guerra! Ustedes, jóvenes almas llegadas a un momento crucial de su desarrollo, serán triturados, aplastados por la apisonadora del academicismo, y el fruto perecerá antes incluso de nacer, o triunfarán y entonces podrá florecer su individualidad. »No teman, aprenderán lo que este colegio exige que sepan; pero, si puedo completar mi tarea, aprenderán aún bastante más. Por ejemplo, descubrirán el placer de las palabras; porque, pese a todo lo que les hayan podido decir, las palabras y las ideas tienen el poder de cambiar el mundo. ==========

Fragmentos de Fahrenheit 451 - Ray Bradbury

¿Cuánta gente había que refractase hacia uno su propia luz? Por lo general, la gente era - Montag buscó un símil, lo encontró en su trabajo - como antorchas, que ardían hasta consumirse. ¡Cuán pocas veces los rostros de las otras personas captaban algo tuyo y te devolvían tu propia expresión, tus pensamientos más íntimos! -------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------- Usted no es como los demás. He visto a unos cuantos. Lo sé . Cuando hablo usted me mira. Anoche, cuando dije algo sobre la luna, usted la miró. Los otros nunca harían eso. Los otros se alejarían, dejándome con la palabra en la boca. O me amenazarían. Nadie tiene ya tiempo para nadie. -------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------- Quizás algún hombre

Fragmentos de "La Historia Interminable" - Michael Ende

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, pueden explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el coraz ó n de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa...o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay. La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. *************************** ***************************

Fragmentos de El Camino de los Reyes - Brandon Sanderson

Kaladin lo vio marchar, luego se maldijo a sí mismo. —¿Qué ha pasado? —dijo la vientospren, acercándose a él, la cabeza ladeada. —Casi me cae bien —dijo Kaladin, apoyando de nuevo la cabeza contra la jaula. —Pero..., después de lo que hizo... Kaladin se encogió de hombros. —No he dicho que no sea un hijo de puta. Solo es un hijo de puta simpático —vaciló. Luego hizo una mueca—. Esos son los peores. Cuando los matas, acabas sintiéndote culpable por ello. ========== Hizo a un lado la página. Algunos hombres coleccionaban trofeos. Otros coleccionaban armas o escudos. Muchos coleccionaban esferas. Shallan coleccionaba personas. Personas, y criaturas interesantes. Tal vez era debido a que había pasado gran parte de su juventud en una prisión virtual. Había desarrollado la costumbre de memorizar rostros, y de dibujarlos más tarde, después de que su padre la descubriera haciendo bocetos de los jardineros. ¿Su hija? ¿Haciendo dibujos de ojos oscuros? Se enfureció con ella: uno de los pocos mo

Fragmento (perversa canción) Las Brujas - Roald Dahl

¡A los niños hay que destrruirr, herrvirr sus huesos y su piel jrreírrl ¡Desmenuzadlos y trriturradiós, estrrugadlos y machacadlos!  Con polvos maguicos dadles bombones, decidles «come» a los muy glotones.  Llenadles bien de dulces prringosos y de pasteles empalagosos.  Al día siguiente, tontos, tontuelas,  irrán los niños a sus escuelas.  Se pone rroga cual amapola  una niñita: «¡Me sale cola!».  Un niño pone carra de lelo  Y grrita: «¡Auxilio, me sale pelo!».  Y otrro berrea al poco rrato:  «¡Tengo bigotes como de gato!».  Un niño alto dice guimiendo:  «¡Cielos, ¿qué pasa?, estoy encoguiendo!».  Todos los niños y las niñitas  en vez de brrasos tienen patitas,  y de rrepente, en un instante,  sólo hay rratones, ningún infante.  En los coleguios sólo hay rratones  corrreteando por los rrincones.  Enloquecidos, los prrofesorres  grritan: «¿Por qué hay tantos rroedorres?».  A los pupitrres suben ansiosos  y chillan: «¡Fuerra, bichos