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Mostrando entradas de 2015

Fragmentos de: La caída de los gigantes de Ken Follet

— Dice que Alemania ha invadido Bélgica a las ocho en punto de esta mañana. Fitz dejó el tenedor. — Entonces, ya está. — Por una vez, incluso parecía conmocionado. — ¡Pobre Bélgica, con lo pequeñita que es! Me parece que esos alemanes son unos matones de mucho cuidado — dijo tía Herm. Entonces pareció desconcertada y añadió —: Salvo herr Von Ulrich, desde luego. Él es encantador. ========== Sus miradas se encontraron y, al ver su expresión, Maud supo que hasta ese momento no estuvo seguro de que ella acudiera a la cita. Aquella idea hizo que se le saltara una lágrima. Sin embargo, el rostro de Walter enseguida se iluminó con deleite. Qué extraño y maravilloso era, pensó Maud, ser capaz de provocarle tanta felicidad a otra persona. ========== En ese momento, parecía que la guerra pudiera prolongarse durante un año o más tiempo. Los ejércitos enemigos permanecían sentados en sus trincheras un día tras otro, alimentándose con comida en descomposición, contrayendo disentería y pie de trinc

Fragmentos de: "Un niño prodigio" de Irene Nemirovsky

Luego se volvió hacia Ismael y le preguntó con cierta aspereza—: Pequeño, ¿verdad que quieres ser algún día un gran poeta, ser rico, ser un hombre ilustre? —No lo sé —murmuró Ismael. Se sentía abrumado por una inmensa angustia, por el miedo, por la rebeldía frente a aquella mujer que quería violentar su vida libre. ========== Descubría en sus paseos miles de cosas que le encantaban o le sorprendían. En primer lugar, los pájaros y sus gritos diferentes. Luego la misteriosa vida de la tierra, las hormigas, los insectos, las plantas, las bayas desconocidas, ligeramente agrias y dulzonas, las flores de los bosques, las de los campos, las que brotan en la estepa, los grandes lirios negros de las riberas del río, las amapolas entre el trigo... Ahora, la menor brizna de hierba le apasionaba, le mantenía inmóvil y cautivado durante horas. Empezaba a experimentar algo que nunca antes había sentido: una sencilla alegría de vivir, sana y profunda, comparable al placer de beber el agua fría del p