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Fragmentos de Tokyo Blues (Norwegian Wood) - Haruki Murakami

A decir verdad, en aquella época a mí me importaba muy poco el paisaje. Pensaba en mí, pensaba en la hermosa mujer que caminaba a mi lado, pensaba en ella y en mí, y luego volvía a pensar en mí. Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase, sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán todo volvía al mismo punto de partida: yo.

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«¡Arriba! ¡Comprende! », decía. Por eso ahora estoy escribiendo. Soy ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito.


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Como siempre me veían leyendo, los de la residencia pensaban que yo quería ser escritor, lo que jamás se me había ocurrido. A mí, en realidad, no se me había ocurrido ser nada.


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Al parecer, lo que yo necesitaba era esto: aire puro, un lugar tranquilo y apartado del mundo, una vida ordenada, ejercicio diario. ¡Es magnífico ser capaz de escribirle a alguien! Sentir que quieres comunicarle tus pensamientos, sentarte a la mesa, coger una pluma y escribir unas líneas me parece algo maravilloso. Aunque, al expresarlo en palabras, quede una pequeña parte de lo que quiero decir. No importa. Sólo por tener ganas de escribirle a alguien ya me siento feliz.


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Toda mi vida había girado en torno al piano. Había empezado a tocar a los cuatro años y, desde entonces, había pensado únicamente en él. Jamás había hecho ninguna tarea doméstica por temor a que se me estropearan las manos, todo el mundo me respetaba porque tenía talento tocando el piano. Si a una chica que ha crecido así le quitas el piano...¿Qué le queda entonces?

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    -Me gustas como un oso en primavera.
    -¿«Un oso en primavera»? -Midori volvió a levantar la cabeza- ¿Qué es esto?- ¡«Un oso en primavera»!
    -Imagina que paseas sola por un prado y se te acerca un osito con la piel aterciopelada y unos ojazos. De pronto el osito te dice: «¡Buenos días señorita! ¿Quiere usted rodar conmigo?» .
Entonces tú y el osito os pasáis el día entero rodando abrazados por una ladera sembrada de tréboles. Es bonito, ¿no?
    - Muy bonito.
    - Pues a mí me gustas tanto como eso.

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El tiempo transcurría al ritmo de mis pasos. A mi alrededor hacía tiempo que todos habían emprendido la marcha, y yo y mi tiempo seguíamos arrastrándonos con torpeza por aquel lodazal. (...) Y yo me limitaba a vivir día tras día sin apenas levantar la cabeza, lo único que se reflejaba en mis pupilas era aquel lodazal infinito. Levantaba el pie derecho, luego el izquierdo, de nuevo el pie derecho. Ni siquiera sabía con certeza dónde me encontraba. No lograba orientarme. Sólo sabía que tenía que dirigirme a alguna parte y, por ese motivo, movía los pies.

Comentarios

  1. a mi me gustó "- Piensa que la vida es como una caja de galletas.
    Negué varias veces con un gesto de la cabeza y me quedé mirándola.
    - Quizá sea un poco tonto, pero a veces no te entiendo.
    - En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: "Tengo que acabar cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas." http://leerviajarycompartir.blogspot.com.ar/2014/07/tokio-blues-haruki-murakami.html

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  2. a mi me gustó "- Piensa que la vida es como una caja de galletas.
    Negué varias veces con un gesto de la cabeza y me quedé mirándola.
    - Quizá sea un poco tonto, pero a veces no te entiendo.
    - En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: "Tengo que acabar cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas." http://leerviajarycompartir.blogspot.com.ar/2014/07/tokio-blues-haruki-murakami.html

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